En 1990 el terapeuta argentino Luis Bonino acuñó el término micromachismos refiriéndose a comportamientos masculinos que tratan de reforzar la idea de superioridad sobre las mujeres: "Un terrorismo íntimo, violencia blanda" dice Bonino.
Son comportamientos casi imperceptibles, sutiles pero muy dañinos ya que precisamente por su sutilidad son asumidos socialmente, produciendo "un daño sordo y sostenido a la autonomía femenina y que se agrava con el tiempo". Son pequeñas tiranías.
Bonino clasifica los micromachismos en cuatro tipos:
1. Utilitarios. Se presentan en el ámbito doméstico naturalizando la idea de las supuestas capacidades femeninas de servicio y cuidado.
"Yo no soy machista, a veces si le ayudo a mi mujer a limpiar"
2. Encubiertos. Son aquéllos que coartan los deseos o aspiraciones de las mujeres: paternalismo, ninguneo o manipulación sentimental.
"Ya sé que quedamos de ir a la reunión, pero vengo muy cansado del trabajo, ¡entiéndeme!, cómo tú te encargas solo de la casa y no trabajas..."
3. De crisis. Se presentan cuando la mujer empieza a igualar la balanza en la relación con los hombres.
"Bueno mujer, si quieres aceptar el empleo allá tú, pero ¿ya pensaste en los niños?"
4. Coercitivos. Son aquellos donde el hombre usa argumentos morales, sicológicos o económicos para ejercer su poder limitando la libertad, capacidad de decisión y uso del tiempo de la mujer.
"¡No hay problema! Los domingos yo me voy con mis amigos a ver el futbol, mi mujer se queda en casa para cuidar a los niños."